lunes, 28 de noviembre de 2011

UnCuentoQueEscribíPorqueAyerMeEncontréUnCuentoDeCuandoTeníaCincoAñosyViQueEscribíaIgualaComoEscriboAhora o UnCuentodeUnaPatéticaVacaInútil

Tenía tres corazones que latían aleatoriamente. Tenía un cráneo azul y un terrible temor por los pájaros. Se hallaba cavando en una construcción ajena, fotografiando camisas con resortes que generalmente no existen. Era una vaca fea y destruida, tenía su cara rota y sus ojos sangrantes. Los pájaros se burlaban de ella, le escupían palabras hirientes, le gritaban muebles, floreros y otro tipo de decoraciones para el hogar. No sabían lo linda que era esa vaca antes. Y lo fuerte que era. La vaca tenía tres corazones que latían aleatoriamente, pero no solo eso, sino que también dejaban de latir por instantes cuando escuchaban algún carro acercarse por la carretera. Descubrió los carros cuando tenía cuarenta años. En ese momento era un anciano, tenía un bastón y una perilla en la puerta de la sala, la cual tenía cierto nombre particular, del cual se burlaban tanto los habitantes de ese pequeño pueblo del que antes no hablé, como extranjeros que venían a hacer turismo, y cosas de turistas; pasear, golpear perros, destruir un bosque, sembrar arroz en un páncreas, alzar los brazos.

Todos odiaban la lluvia, el no odiaba la lluvia, porque cuando venía la lluvia la gente dejaba de llegar a su casa, y dejaban de burlarse del nombre de su perilla. Por la lluvia, que es linda, es fresca pero a la gente parecía por alguna razón no gustarle, y le tenían un terror horrible y les daba miedo y le huían como si fuera un monstruo de fuego gigante repartiendo golpes e impuestos. Los monstruos deberían darle más miedo a la gente, pero la gente ha empezado a vivir con ellos tranquilamente, negociar con ellos, apenas vivir aunque sea, escondiéndose de sus llamas incendiarias. Se han habituado, han automatizado sus procesos de percepción de monstruos ( como diría talvez la psicología)

En fin, la vaca decidió partir a alguna ciudad donde valoraran a las vacas feas, y encontró una pequeña granja, allá en aquel lugar que antes hablaba, el de los turistas, donde vivía ella misma pero cuando era anciana. Realmente había vuelto al mismo lugar de siempre. Nunca realmente se trasladó. Talvez era por la carencia en cuanto a existencia de piernas. Solo que ahora era diferente (Realmente no lo era, todo seguía igual, todos odiaban a la vaca y se burlaban de ella)

Entonces la vaca murió un día, su cuerpo quedó tendido frente a un viejo teatro, y es aquí donde surge la pregunta, ¿cual sentido tiene construir un teatro a la par de una granja? Generalmente la construcción de teatros debería planearse más. No tanto en sí la construcción si no la ubicación de la construcción.

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